NOVIEMBRE 2010
(EDITORIAL)

IGUALAR - AIDER Gran Canaria apuesta por un desarrollo rural igualitario

AIDER Gran Canaria viene participando desde finales del año 2.009 en el Proyecto de Cooperación Interterritorial IGUALAR.

Entre los ejes destacados del Proyecto está el de contribuir al fortalecimiento del tejido asociativo y promover la creación de asociaciones y redes de asociaciones entre las mujeres de los territorios en que se actúa, impulsando así la incorporación del principio de igualdad de oportunidades y la perspectiva de género entre sus objetivos.

Bajo esta premisa, hemos intentado impulsar el movimiento asociativo y la participación de las mujeres en el medio rural de Gran Canaria, a sabiendas de que nuestro medio rural tiene entre sus retos el que las mujeres participen y tengan una mayor presencia e influencia en espacios asociativos.

Hemos puesto en marcha los Talleres de Reconocimientos y Genealogías de Mujeres en nueve municipios de Gran Canaria: Teror, La Aldea, Mogán, Firgas, Gáldar, Valsequillo, Moya, Valleseco, e Ingenio, con la participación de varias Asociaciones, Colectivos y Mujeres, y con la contribución, coordinación y trabajo en red de las Concejalías de Igualdad de estos municipios.

'De la invisibilidad al protagonismo: referentes y modelos de mujeres' ha sido el lema que hemos utilizado desde IGUALAR para recorrer y analizar los modelos y las referencias con las que hemos contado las mujeres en este sistema, para poder vislumbrar las alternativas y que éstas nos orienten en los procesos de transformación personal y colectiva de las mujeres.

Así, con este Taller, nos hemos introducido en las Genealogías de las Mujeres, acercándonos a los diferentes modelos de mujeres que nos presenta la sociedad y el tratamiento que se les da desde los diferentes ámbitos: familiar, social, educativo, interpersonal, etc.

La invisibilización de las mujeres en la historia ha repercutido en la ausencia de referentes y en el desconocimiento social y cultural de la aportación de las mujeres: aportaciones en el arte, en la ciencia, en la política, en el medio rural, etc. Es por eso por lo que este Taller también ha pretendido favorecer el trabajo personal sobre la genealogía de mujeres de cada una de las componentes del grupo, acercando a las mujeres a la historia desde una mirada feminista, presentándoles biografías de feministas precursoras.

Con todo, hemos profundizado en el Reconocimiento a las mujeres de nuestra vida: en lo simbólico, en lo real. Reconocimiento a nuestras antecesoras feministas, reconocimiento a nosotras mismas, reconocimiento a las Mujeres Rurales, a su visibilidad y a su empoderamiento.

A pesar de los obstáculos para que las mujeres concilien y participen, a pesar de la división de los espacios (público – privado), de la división de las funciones, de los poderes y del trabajo, las mujeres rurales de Gran Canaria, también, queremos transformaciones para seguir avanzando desde nuestros deseos e intereses. Porque hacernos visibles, es ser protagonistas y tener poder.

En esta edición “Mujeres, género en el tejido asociativo de Gran Canaria” presentamos algunas opiniones, espacios de participación e iniciativas asociativas de las mujeres rurales de Gran Canaria.

JUNTAS POR UNA SOCIEDAD MÁS JUSTA
Equidad en las relaciones de género tanto en la sociedad como dentro de la iglesia

María del Carmen Prieto es la presidenta y conforma uno de los tres pilares básicos en los que se sostiene la Asociación Débora. Una entidad que insisten en señalar como "de mujeres" más que religiosa, a pesar de llevar impregnado el matiz de la religión católica que comparten. Así, desde de su cristiandad han querido apostar por la promoción, integración y participación de las mujeres en la vida pública de su municipio, Gáldar. Echan en falta mayor información acerca del resto de asociaciones, para poder establecer lazos de unión.

La Asociación de mujeres católicas “Débora” se fundó, en el año 2007 en Gáldar. Desde entonces se sostiene gracias al tesón de María del Carmen Prieto, como presidenta, Milagrosa Mateos de vicepresidenta y Lourdes Ruiz en las labores de secretaría. Sus fines con carácter enunciativo no limitativo son principalmente promocionar, sensibilizar y concienciar a la población sobre la necesidad de construir una sociedad más justa e igualitaria. Así como lograr la equidad en las relaciones de género, tanto en la sociedad como dentro de las Iglesias, e intentar promover y garantizar un plan de actividades integral que cubra las distintas necesidades de las mujeres de la Asociación. Además, intenta posibilitar la participación de las mujeres en la vida pública de Gáldar, utilizando para ello los distintos cauces y órganos de participación ciudadana existentes en el municipio.

¿Por qué el nombre de Débora?
En recuerdo de la única mujer juez que nombra la Biblia. Lo hace en el libro de los Jueces, el capítulo cuarto, versículos cuatro y cinco. Dice que juzgaba bajo la palmera que lleva su nombre y, además, añade que los israelitas acudían a ella para arreglar sus litigios. Nos pareció que esa figura femenina podía ser un ejemplo para nosotras y por eso pusimos su nombre a nuestra Asociación.

¿Se le puede o debe considerar una asociación religiosa?
No exactamente. Es fundamentalmente una asociación de mujeres. Lo que tenemos en común además de, evidentemente ser mujeres, es el ser católicas. Este es un matiz que quisimos incluir. Desde nuestro ser de cristianas es desde donde surge la inquietud de trabajar por la promoción e integración, en igualdad, de la mujer, en todos los estamentos de la vida, incluso en el religioso. Por tanto, creo que es algo mucho más amplio que un grupo religioso.

¿Seguimos, por tanto, las mujeres con más necesidad de estar asociadas para ser escuchadas?
Desde luego que sí. Sentimos que las asociaciones de mujeres son imprescindibles, incluso deberíamos unirnos más y hacer labores coordinadas entre asociaciones. Esto no es una idea personal, sino que es compartida por todas en nuestra Asociación y en otras, tal y como comprobamos en un Encuentro de Asociaciones del Proyecto IGUALAR celebrado en La Palma. La mayoría lo sentimos así.

¿Cómo ve el panorama asociativo de mujeres en Gran Canaria?
Supimos de la existencia de tantas asociaciones cuando nos visitó el pasado año un equipo encargado de elaborar un estudio para el Cabildo. A medida que vamos asistiendo y participando en encuentros de asociaciones, cursillos y otras actividades, vamos conociendo otras asociaciones y contactando con las más cercanas. Pero creo que debería haber más espacios para el encuentro y fomentar la comunicación entre todas para poder hacer cosas juntas.

Desde su experiencia como asociada, ¿cuáles han sido sus principales acciones?
Hemos tenido intervenciones con diferentes colectivos para tratar de disminuir las desigualdades entre mujeres y hombres. Hemos organizado jornadas, conferencias, mesas redondas y debates sobre distintos temas de interés. Además, hemos puesto en práctica espacios de reflexión como nuestro “Club de Lectura: Lectura de la Biblia desde una mirada femenina” y talleres para la promoción del conocimiento de los derechos o del uso de lenguaje no sexista.

¿Qué planes o proyectos tiene su Asociación de cara a los próximos años?
Seguir adelante, dando pequeños pasos para que las mujeres tengan el lugar que les corresponde, en igualdad con los hombres. Y valorando, siempre de manera positiva, todo lo que hacemos aunque nos parezca muy poco; porque, por poco que sea, es importante.

TESÓN Y ENTUSIASMO

ASOQUEGRAN reúne a más de 30 queserías artesanas de Gran Canaria

Con treinta y siete años, casada y madre de dos niños, María del Carmen Pérez Castellano se define como una entusiasta para iniciar nuevos proyectos y retos, por lo que no dudó a la hora de tomar el cargo como presidenta de ASOQUEGRAN, Asociación que reúne en Gran Canaria a más de una treintena de pequeñas queserías en defensa del producto artesano. Pérez es además vicepresidenta de la Asociación Nacional de este producto lácteo. Elogia la labor que realiza la asociación AIDER Gran Canaria. Anima a las mujeres rurales a salir adelante y a dignificar su trabajo. Como reto, a corto plazo, el poder participar con un stand de quesos artesanos canarios en una feria nacional.

¿Cómo y cuándo se formó ASOQUEGRAN?
Pues nació gracias al empeño e iniciativa de la asociación Insular de Desarrollo Rural de Gran Canaria, AIDER. Fueron ellos quienes animaron a los queseros para defender el sector y formar una asociación. Yo me lancé a formalizar los papeles y he acabado presidiéndola. En la actualidad, Asoquegran la formamos treinta y cinco queserías. Empezamos veintinueve, pero hemos ido creciendo poco a poco, abarcando ahora toda la Isla, de norte a sur.

¿Es muy sacrificado o se puede llevar todo para adelante: el trabajo, la casa y la Asociación?
Soy madre de dos hijos y cuento con la ayuda de mi familia. Siempre he sido mujer amante de las nuevas iniciativas. Primero lo hice al dedicarme a cultivar las tierras de mis padres y a elaborar un poco de queso. Pero, al poco tiempo, vi más oportunidades en el queso, en las ferias y en los mercados, que con las tierras. Así que al queso es a lo que me dedico en exclusiva. Vendo mis quesos directamente, sin intermediarios: queso de flor y media flor de vaca y oveja. 200 litros diarios de leche, con los que produzco unos siete u ocho quesos diariamente.

¿Por qué cree Usted que las mujeres del campo, a pesar de que siempre han trabajado, siguen en la sombra sin ser reconocidas?
Desde luego, ese refrán que dice que detrás de un hombre hay una gran mujer, en el campo, se ha dado siempre. Somos y hemos sido grandes luchadores. Pero quizás, en el medio rural, a muchas les falta decisión. En nuestra asociación, más de la mitad de sus integrantes cuentan con mujeres delante o detrás. A pesar de que comercializan con nombres o apellidos de hombres, quienes realmente están al frente, trabajando, son las mujeres.

¿Considera suficientes las ayudas y las políticas que promulgan entidades como el Cabildo, entre otras?
Tenemos subvenciones, pero necesitamos mucho más. Como asociación en las últimas ferias he tenido que moverme mucho para lograr un stand, y cosas básicas. Además, el papeleo sigue siendo excesivo y hace ralentizar todo. Las políticas institucionales no las veo realmente, lo que sí nos afecta directamente es la acción por parte de AIDER Gran Canaria. Con quienes nos sentimos muy orgullosas. Nos apoyan en todo momento. De hecho nuestra sede es gracias a unas oficinas que nos han cedido.

La actual situación de crisis ha incitado a una vuelta a lo rural. ¿Qué opinión le merece?
Pienso que, si ven cómo nosotras hemos salido adelante, volverán, aunque sea un trabajo muy sacrificado, porque en el campo nunca ha faltado un plato de comida.

Como asociación, ¿qué proyectos tienen a corto o largo plazo?
Seguir adelante para dar a conocer mejor nuestro sector. Mi objetivo a corto plazo es participar en una feria nacional. Poder participar con un stand de la Asociación, para que en España sepan los buenos quesos que hay en Gran Canaria.

¿Finalmente, un deseo?
Animar a las mujeres en el mundo rural y que se den cuenta de que somos muchas las que salimos adelante. Que nos hagamos notar, porque estamos ahí desde siempre. Que es hora ya de que nos reconozcan y que se nos valore por el trabajo que llevamos tanto tiempo haciendo.

UNIDAS POR EL ALZHEIMER

Asociadas han logrado un recurso social y un espacio personal

María del Pino Díaz Ojeda sufrió el fallecimiento de su padre enfermo dependiente con Alzheimer. Motivo más que suficiente por el que hoy preside la Asociación AFA Tabaiba-Moya. Tiene cuarenta años y no tiene hijos. Licenciada en Derecho y Diplomada en Educación Social, ha participado durante más de cinco años como voluntaria en Cruz Roja y en la constitución de otros colectivos juveniles a nivel municipal. En su opinión, las asociaciones necesitan personas preparadas que contribuyan a no depender exclusivamente de las Administraciones públicas e insiste en señalar que las mujeres son las primeras que cuando las cosas no van bien salen a la búsqueda de oportunidades para sacar adelante a las familias.

¿Para qué y desde cuándo surge su asociación?

La Asociación AFA Tabaiba-Moya surge en diciembre de 2006, como una necesidad sentida por un grupo de mujeres, cuidadoras de personas con Alzheimer, de crear un recurso y una oportunidad para atender con calidad a sus familias, así como una búsqueda de un espacio personal dentro de todas las tareas de nuestra vida diaria, incluida la atención a las personas a nuestro cargo. Desde entonces presido la misma con el apoyo de la vocal Araceli García González, y la secretaria de Mónica Torres. Contamos, con personal asalariado, voluntarios y unos cuarenta socios. Nuestro trabajo se realiza en colaboración con el departamento de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Moya.

¿Seguimos las mujeres con más necesidad de estar asociadas para ser escuchadas?
Por supuesto, las mujeres con la incorporación al mercado laboral, nos vemos en la necesidad de crear alianzas para poder atender todas las obligaciones y responsabilidades que tenemos en nuestra vida diaria. Las asociaciones no sólo nos permiten ser escuchadas, sino valoradas y respetadas por la sociedad y por nosotras mismas.

¿Qué demandan las asociaciones de mujeres?
Considero que únicamente con las subvenciones no se solucionan muchos de nuestros problemas, fundamentalmente debido a que no llegan cuando tienen que llegar, ni muchas veces cubren todas las necesidades que se pretende. La principal demanda es trabajar en modelos de gestión, básicamente de economía social, donde los movimientos asociativos vertebren iniciativas sociales de creación de autoempleo, o empleos con fines sociales en sentido amplio. Las asociaciones necesitan personas preparadas que contribuyan a no depender exclusivamente de las Administraciones Públicas, a que sean un instrumento de participación social y de toma de decisiones colectivas.

¿Cómo interactúan? ¿Existen espacios o foros que coadyuven al fomento del asociacionismo de mujeres?
En este sentido, desde AIDER Gran Canaria y a través de proyecto de Cooperación “Igualar” se vienen desarrollando acciones tendentes a conocer y reconocer la labor que desde las asociaciones de mujeres se hacen en esta Isla e incluso en otros territorios rurales de España. Participar en proyectos de este tipo hace que se produzca un reconocimiento interno a nuestro trabajo, demostrando que compartir experiencias, conocer otras realidades y otras formas de entender y estar en lo rural es posible y nos enriquece. Por supuesto que se necesitan foros de discusión y espacios donde conocernos, reconocernos y valorarnos, donde se ponga en valor y se visibilice la importancia del tejido asociativo como un medio de estar en sociedad y de participar en la vida de los pueblos.

¿Cuáles son los próximos retos?
La asociación AFA Tabaiba Moya tiene en mente una apuesta decidida y denodada para que el recurso social que hemos creado sea valorado por la Administración Pública y que forme parte de la red de centros de día de personas con Alzheimer y otras demencias asociadas a la edad. Señalar que nuestra Asociación es un modelo de gestión de economía social con el que hemos conseguido crear empleo y oportunidades para que hombres y mujeres rurales puedan continuar con su vida diaria y que no se vea relegada al cuidado de las personas mayores.

¿Una ilusión?
Que en nuestro municipio se construya un Centro Especializado en la Atención Integral a Personas con Alzheimer y otras demencias asociadas a la edad.

OPINIÓN. Asociacionismo y redes con perspectiva de género en el medio rural

Isabel Suárez Manrique de Lara. Presidenta del Colectivo de Mujeres Canarias

En Canarias, la población rural ha cambiado mucho en los últimos años, ya casi no existe, sólo en zonas aisladas de las diferentes islas. La mayoría de la población rural se encuentra en municipios urbanos o semiurbanos, más numerosos que en otras zonas del país. A lo largo de estos años, la familia campesina ha ido desapareciendo en los propios campos. Hoy en día, la población va a trabajar a las ciudades o a la costa, volviendo los fines de semana.

En el propio mundo rural, la tierra deja de ser el centro de atracción de los intereses económicos, aunque es su elemento raíz y su recurso a tiempo parcial, manteniendo una relación ambigua con ella. En momentos de crisis como el actual, se vuelve a ella para intentar salir adelante temporalmente.

En esta realidad, la mujer joven también ha evolucionado: una buena parte tiene formación en bachillerato, formación profesional o universidad. Trabaja fuera de la zona. En ocasiones, cuando lo requiera el trabajo de campo, ayuda con toda la familia. Así y todo, la agricultura está quedando en gran medida en manos de las mujeres.

El cambio más importante es el que se ha producido en el concepto de “trabajo”: se ha pasado de considerar las tareas de la mujer en el campo como “ayuda familiar”, sin contratos ni derechos, a tener contratos de trabajo e ir a un proceso de salarización del trabajo agrícola. Pero el empleo eventual es muy abundante en la agricultura asalariada de las islas: Canarias está a la cabeza del país en el número de jornadas realizadas por trabajadoras eventuales agrícolas.

Junto a esto, aparecen en los últimos años pequeñas empresas dirigidas por mujeres y con muy pocas trabajadoras. Unas orientadas a la recuperación de de la cultura tradicional de las islas, ligadas con las actividades agrícolas y ganaderas; otras centradas en el turismo rural; y un tercer grupo de pequeñas industrias de recuperación de trabajos artesanales, que suponen un enorme esfuerzo y trabajo, en las que predomina la conciencia de estar haciendo algo importante.

No hay que olvidar que Canarias ocupa el sexto lugar del país en número de Jefas de explotaciones agrarias.

Hay un elemento importante en el momento actual globalizado. El conocimiento del mundo de la informática, de las tecnologías de la comunicación, es básico para afrontar los retos del nuevo mercado laboral, de la información y la formación. Controlar la información es una manera de controlar el trabajo. Al mismo tiempo, esa comunicación ayuda a desarrollar ideas nuevas, estar en contacto para mejorar personalmente y vencer el aislamiento que propicia el mundo rural. Para avanzar en la comunicación es necesario crear redes entre mujeres del mundo rural, conectadas con otras del mundo urbano. Una red de mujeres con perspectivas de género desde el ámbito rural tendría que contemplar, en primer lugar, la problemática propia, junto con problemas importantes de las demás mujeres, y problemas del mundo actual globalizado:

A.- Uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación: Supone una herramienta eficaz para promover la igualdad de género, aunque, para ello, se tiene que hacer un uso “no pasivo” de estas tecnologías. Hay que dar el salto de ser usuarias a ser co-creadoras de contenidos y tecnologías. Su uso favorece nuevas formas de organización laboral, muy interesantes para el mundo rural (cooperativas, asociaciones empre-sariales...) superando limitaciones y fragilidades de los mercados locales, así como fomentando nuevos yacimientos de empleo. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación son un instrumento interesante de ocio y socialización, de cara a las mujeres jóvenes que son las protagonistas del éxodo rural. Por otra parte, pueden ayudar a mejorar la calidad de las condiciones laborales de las trabajadoras a través del asesoramiento, así como colaborar en la detección y reconocimiento de determinadas enfermedades laborales de las mujeres, llevando estrategias concretas de prevención. Pueden ser un instrumento importante de difusión cultural; de formación para las mujeres en diferentes campos, principalmente en la toma de conciencia de nuestra discriminación, de nuestros derechos y capacidades; y de transmisión de innovación y nuevas tecnologías de la producción.

B.- Avanzar en la igualdad: son aspectos que influyen no solamente en las mujeres del mundo rural sino en cualquier mujer y, en ello hay dos aspectos fundamentales en este momento: luchar contra la violencia contra las mujeres, ya que el medio rural con un contexto más tradicional favorece la invisibilidad, y promover la corresponsabilidad familiar y la conciliación de la vida personal y laboral, algo que en principio supone más dificultades en el mundo rural, dada la mayor distancia entre el trabajo y el hogar.

C.- Nueva sociedad globalizada: En ella se hace cada vez más evidente la necesidad de ir hacia un modelo sostenible agrario, que ayude al medio ambiente, favoreciendo la recuperación y conservación de la biodiversidad, la conservación del suelo e incida sobre el cambio climático. Es necesario visualizar la aportación de las mujeres al desarrollo rural, su papel en la alimentación, promoviendo los productos naturales y ecológicos.

Hay que comenzar con la mejora de las infraestructuras de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en el mundo rural. Es un reto.

OPINIÓN. Redes solidarias, asunto de mujeres

Herminia Fajardo Feo. Periodista y Vicepresidenta del Colectivo de Mujeres Canarias

Cuando las mujeres nos ponemos a tejer, toda la lana es poca y, cuando se nos acaban las madejas, somos capaces de desbaratar parte de lo urdido para hacerlo mejor. Desde la tribu entendimos que si no tienes al lado alguien con quien compartir experiencias, penas y alegrías, difícilmente sobrevives; por eso, sin conocer el término ni saber su significado, desde el principio socializamos tareas, cuidados y saberes. Durante siglos pretendieron que dudáramos de nuestras potencialidades, sin embargo aquí estamos: juntas, solidarias, asociándonos, enredándonos, trascendiendo de lo local a lo global, para evitar cualquier tentación de que se dé un paso atrás. Dice la antropóloga vasca Teresa del Valle que la entrada en una Asociación puede suponer para algunas mujeres la primera experiencia del distanciamiento del universo doméstico y el ejercicio de nuevos roles desvinculados del parentesco o la vecindad. También puede erigirse en una experiencia donde se dé el contraste entre su vida y otras vidas, así como la experiencia de la comunalidad del problema y experiencias de toda índole.

ÁFRICA. Cansada de desenredar todas las tardes la escasa pesca que su marido traía en la barca, apenas suficiente para alimentar a toda la familia, Aminata decidió responder a la llamada de su amiga Selma y unirse a las mujeres recogedoras de conchas. Aprendió a seleccionar las mejores, se ejercitó en el manejo de lijas y limas para dejar limpia y brillante la materia prima y, desde ese momento, cobra un buen dinero todas las semanas por su venta a una diseñadora de joyas canadiense que un día recaló por la isla y les enseñó no sólo un oficio sino el arte de sobrevivir por si mismas, mejorar la calidad de vida de los suyos y subir su autoestima. La Asociación de Recogedoras de Conchas de Zanzíbar ha tendido sus redes y hoy exporta sus filigranas por Europa y América del Norte.

AMÉRICA. El jueves 30 de abril de 1977, arriesgándose a ser detenidas –como sucedió– mujeres con un nombre escrito en el pañuelo blanco que envolvía sus cabezas comenzaron a caminar en círculo frente a la residencia presidencial ocupada por los militares golpistas. Unidas, en silencio, preguntaban desde sus tocas por el paradero de sus nietos, hijos o familiares desaparecidos bajo el régimen de terror que asoló Argentina por más de seis años. La Asociación de Abuelas de la Plaza de Mayo tiene como finalidad localizar y restituir a sus legítimas familias todos los niños secuestrados, desaparecidos por la represión política, y crear las condiciones para que nunca más se repita tan terrible violación de los derechos de los niños, exigiendo castigo a todos los responsables. Hasta ahora, y gracias a las redes creadas dentro y fuera de su país, han conseguido recuperar a 105. Siguen. Y su ejemplo se ha extendido a otros colectivos que reivindican el respeto a los derechos humanos. Ahí están las “Damas de Blanco” en Cuba.

ASIA. Los “shangams” –asociaciones de mujeres de la Fundación Vicente Ferrer– en Anantapur, la “Asociación de criadoras de búfalas”, la “Asociación de tejedoras” de Bangladesh, la “Asociación de mujeres con empleo propio”, la “Asociación de mujeres distribuidoras de agua” de Gujarat. Se han convertido en modelos de superación personal y colectiva. La implantación del sistema de microcréditos está dando a las mujeres de algunos países asiáticos capacidad de decisión sobre sus propias vidas y, en la medida en que pueden, dedican recursos para la educación de sus hijas-os confiando en que tendrán un futuro mejor. Cada vez más mujeres aprenden a desplegar sus redes, ocupan puestos de responsabilidad y trabajan para romper el círculo de la desigualdad y hacernos llegar sus voces. Los microcréditos no hacen milagros –como erróneamente se escribe con frecuencia–, porque los milagros no existen; lo que hacen es despertar las capacidades anuladas por tantos años de marginación y que éstas aparezcan con todo el brío del valor y la confianza en ellas mismas.

EUROPA. Superada la etapa reivindicativa, en Europa acometemos la de la consolidación de derechos y el abordaje de problemas sectoriales. Aún cuando se reconozcan el conocimiento y los estudios, y la inserción en el mundo del trabajo sea un valor, la crisis económica en que estamos inmersos ha puesto de manifiesto la necesidad de reforzar solidaridades, empatías y habilidades para extender ampliamente redes entre organizaciones con las que ejercer presión a nivel político allá donde fuera necesario. Son ejemplos dispares pero no distintos, son lejanos y próximos, y demuestran que desde el instante exacto en que las mujeres deciden rebelarse contra la situación secular en que fueron colocadas –sea en el lugar que sea y pertenezcan a la clase que sea– toman conciencia de que su mejor arma es el asociacionismo. Las sufragistas tendieron sus redes que llegan hasta nuestros días.

Convertidas hoy en asociaciones de mujeres juristas, o de investigadoras, o de empresarias, o de diseñadoras, o del mundo rural, todas están interesadas en compartir, intercambiar y fortalecerse a través de tramas en espiral que van del cero al infinito.

UN MOMENTO DE RESPIRO

Un Club de Lectura en Firgas para el crecimiento personal y colectivo

Situado en el municipio de Firgas, el Club de Lectura ‘Rejalgadera’ surge como una iniciativa de la Concejalía de Políticas de Igualdad de su Ayuntamiento, con la intención de fomentar la cohesión grupal entre las mujeres del municipio, contribuir a la creación de espacios de encuentro, y promover el crecimiento personal y colectivo mediante el intercambio de experiencias. Carmen Navarro Díaz es una de las coordinadoras e impulsora de este proyecto.

¿Cómo surge la iniciativa municipal de crear este Club de Lectura?
La iniciativa surge desde la Concejalía de Políticas de Igualdad del Ayuntamiento de Firgas como herramienta de cohesión entre las mujeres del municipio y como un espacio de encuentro y visibilización de la cultura hecha por, para y sobre mujeres.

¿Quiénes forman parte de este Club?
El grupo está constituido por un total de veintiuna mujeres, con edades comprendidas entre los cuarenta y cinco y setenta y dos años, sin trayectoria significativa en el asociacionismo, pero cargadas de ilusión. Tanto yo como mi compañera, Teresa, trabajamos como técnicas en la Concejalía de Políticas de Igualdad del Ayuntamiento de Firgas, y promovimos este proyecto en el año 2006 .


¿Cómo es la dinámica y qué les aporta?
El funcionamiento de nuestro club se apoya en el servicio de préstamo de las distintas bibliotecas existentes en la isla, atendiendo al número de ejemplares disponibles. Además, durante la semana leemos las páginas acordadas y el día de reunión comentamos y reflexio-namos sobre lo leído, aportando diferentes puntos de vista. Las historias y los lugares que conocemos con cada libro que hemos leído nos ayudan a analizar y compartir las distintas realidades que dan forma a nuestro mundo. Partimos de lo cotidiano para alcanzar lo personal y privado, y ahí se produce el cambio. El Club de Lectura es, en definitiva, un momento de respiro dedicado a nuestros pensamientos, expectativas, sentimientos y emociones.

¿Considera que ha servido para motivar el ingenio y la ganas de escribir, además de la afición por la lectura, en las mujeres del municipio?
Las componentes del Club de Lectura han desarrollado una gran afición por la lectura, adaptándose a los distintos géneros. Asimismo, la participación activa en las sesiones semanales ha contribuido a la mejora de sus habilidades de comprensión y expresión, favoreciendo la actitud crítica ante las situaciones de la vida cotidiana.

¿Cuáles son los géneros más demandados?
A la mayoría les entusiasman las novelas que narren situaciones de misterio e intriga, con elementos históricos de distintas épocas y lugares.

¿Seguimos las mujeres con más necesidad de estar asociadas para ser escuchadas?
Por supuesto, necesitamos coordinar esfuerzos con el objetivo de defender intereses comunes. Es una forma de adquirir más fuerza. Una asociación nos facilita participar activamente en la vida social de nuestra localidad y reivindicar soluciones ante diversidad de problemas sociales. Aunque el carácter de las asociaciones sea diverso, el simple hecho de unirse un grupo de personas consigue movilizar actitudes, ideologías y formas de entender las distintas realidades.

Desafortunadamente, el tejido asociativo de mujeres en la isla de Gran Canaria no está pasando por su mejor momento. Varios colectivos de mujeres, especialmente los de la zona sur de la isla, han desaparecido. ¿A qué cree usted que se debe?
Las Asociaciones son un grupo de personas, y como tal, un grupo es un ente con vida propia, por tanto, resulta lógico que una asociación termine por extinguirse. Quizá lo preocupante sea la ausencia de interés por asociarse, la inclinación de nuestra sociedad por el individualismo y el arraigo de la creencia de que ‘todo está hecho’.

¿Qué proyectos tiene su asociación de cara a los próximos años?
El Club de Lectura ‘Rejalgadera’ tiene, en su horizonte más próximo, legalizar su situación como asociación. Una vez constituida, los planes y proyectos ya se andarán. Y es que, quizá, uno de los elementos clave sea combinar pacientemente el esfuerzo y el tiempo.

ARTESANAS DE MODAS

Cincuenta y dos mujeres trabajan por la defensa de una actividad artesanal hondamente arraigada

La Asociación de Caladoras de la Villa de Ingenio está constituida por un representativo grupo de artesanas de este municipio de Gran Canaria. En concreto, cincuenta y dos mujeres trabajan en, por y para la defensa de una actividad artesanal hondamente arraigada entre sus gentes y que ha marcado culturalmente a este municipio. Uno de sus puntales es Candela Martín González quien asegura que, a pesar de las salidas al exterior en ferias internacionales, siguen necesitando más ayuda para promocionar y fomentar esta artesanal labor. Entre sus principales retos, la organización, cada verano, del desfile Moda Calada.

Como asociación han participado en Ferias y Mercados. ¿Cuál destacaría como más significativo?
Sí, por supuesto, en muchos. Sobre todo en ferias internacionales en países como Italia o Francia. A nivel nacional en Galicia, Feria del Sureste, Toda Boda. Y en Canarias, en la Feria de San Telmo y la de Artesanía de Ingenio, además de participar, también, con nuestro stand en varias exposiciones de calados que se celebran a lo largo del año en diferentes hoteles del sur de Gran Canaria. Aunque, sin duda, si tengo que destacar algo, considero que, como asociación, lo más importante que hemos conseguido es la participación en el desfile Moda Calada. Gracias a este evento, muchas caladoras han podido plasmar sus trabajos en diferentes prendas de ropa. Señalar que este singular desfile se celebra cada año en el mes de agosto.

¿Cuáles son las principales demandas de “Las Caladoras” como colectivo de mujeres artesanas?
Pues principalmente la promoción social de nuestra labor: el calado. Además de intentar implicar y fomentar a los jóvenes en la continuación de esta práctica artesanal, que es parte fundamental de nuestro patrimonio. Finalmente, la búsqueda de nuevos mercados en los que hacer visibles nuestros productos.

Las subvenciones, ¿son suficientes o siguen haciendo falta otro tipo de ayudas o iniciativas que coadyuven al éxito del asociacionismo?
Considero que aunque los colectivos disponemos de asesoramiento y recursos técnicos a través de programas específicos para fomentar el asociacionismo, siempre hacen falta más ayudas y, sobre todo, que éstas lleguen a tiempo.

La actual situación económica ha motivado la vuelta al campo. Desde su punto de vista, como artesana de un municipio rural, ¿se convierte el sector primario en un nuevo horizonte para opotunidades laborales?
Sí, sin duda. Será un proceso lento, pero en el campo nunca ha faltado el trabajo.

El tejido asociativo de mujeres en la isla de Gran Canaria no está pasando por su mejor momento. ¿A qué cree usted que se debe?
Pues, en mi opinión, puede que sea ante la falta de motivación, la escasez de recursos, la inexistencia de espacio, la falta de tiempo, etc. Confío en que, poco a poco y gracias a programas como “Igualar” o a acciones que aportan mayor visibilidad a los colectivos, las mujeres se animen a unirse para desarrollar aquellos proyectos que impulsan. Es muy gratificante compatir y conseguir cosas juntas.

¿Qué proyectos hay de cara a los próximos años?
Pues realizar varios talleres de Calados. Además de seguir de forma activa participando en las ferias tanto nacionales como las internacionales. Y, por supuesto, seguir con la organización y la gestión de Moda Calada.

CARACOLAS DE MOGÁN

Un punto de encuentro para progresar juntas

Con el objetivo de ser escuchadas y por su cercanía con el mar, no dudaron a la hora de denominar su asociación: "Las Caracolas". Una entidad formada por mujeres, aunque aseguran no estar cerradas a contar con hombres en ella, según afirma Maribel Morales Martín. Con 48 años, separada con dos hijos y un nieto, compagina su labor de secretaria en la asociación con su trabajo en la consejería de Educación como subalterna en el centro IES Arguineguín. Maribel explica que la mayoría de sus integrantes trabaja en el sector servicios y sufre la estacionalidad y la dureza laboral propia de este sector. Esto, unido a la dificultad de compaginar vida familiar con la laboral, les hace disponer de muy poco tiempo para ellas, para “Las Caracolas, subraya.

¿Desde cuándo y para qué surge su asociación?
Surge hace aproximadamente dos años. La principal intención ha sido siempre buscar un punto de unión, de encuentro, donde poder compartir y resolver problemas comunes. En definitiva, aunar fuerzas. A pesar de que la gran mayoría procedemos de otros municipios, e incluso de distintas provincias, coincidimos en las mismas demandas y sufrimos problemas muy similares.

¿A qué problemas se refiere?
En este municipio convivimos mujeres de aquí y de allá que se pasan la mayor parte del día trabajando en los hoteles, en el Ayuntamiento, como costureras, camareras, o en su casa. Viviendo deprisa y sin tiempo para hacer nuevas amistades o disfrutar de las que tiene. Por eso, básicamente, nuestro mayor reto es conseguir un espacio y un tiempo para nosotras. Nos unen las ganas de estar unidas. De conocernos y apoyarnos para salir adelante.

¿Las Caracolas es una bonita imagen simbólica marinera sobre la necesidad de ser escuchadas?
Creo que sí. El camino no es fácil y, como le dije, nos sentimos más seguras de nosotras mismas, trabajando unidas. Vivimos rodeadas de mar, por lo que nos pareció muy bonito utilizar el término “Las Caracolas”. Sobre todo, por el efecto eco que tienen. Una herramienta natural de “llamada”, un buen símil para denominarnos y para no olvidar lo que buscamos: ser oídas.

¿Cuál es, en su opinión, la principal preocupación de la Asociación?
Sobre todo la falta de sentimiento colectivo. Vivimos en una sociedad cada vez más individualista a la que cuesta juntarse para tratar temas comunes. A veces parece que si no invitas a unos refrescos o a un baile no conseguirás nunca convocar a un buen grupo para participar en los talleres o en las actividades programadas. Hay casos en que empiezan casi cuarenta personas, pero terminan nueve. Y eso cuesta aceptarlo, pero seguiremos en nuestro empeño.

¿Qué opinión le merecen las políticas de género llevadas por las instituciones? ¿Han visto ustedes su eficacia?
Sí. Realmente nos sentimos muy ayudadas siempre que lo hemos necesitado. Igualmente, en cada ocasión hemos sido escuchadas, tanto en nuestros reclamos como ante cualquier sugerencia. Además, me gustaría insistir en que, particularmente en nuestro municipio, Mogán, el apoyo a las mujeres es muy destacado gracias a las iniciativas promovidas desde el área municipal de Igualdad.

A pesar de los logros, el tejido asociativo de mujeres en la isla de Gran Canaria no está pasando por su mejor momento. Varios colectivos de mujeres, especialmente los de la zona sur de la isla, han desaparecido. ¿A qué cree usted que se debe?
Bueno, este problema nos afecta de forma directa. Creo que en esta zona de la Isla, al trabajar la mayoría de las mujeres en el sector servicios, se sufre especialmente la estacionalidad de los contratos. Temporadas altas con horarios duros y sin apenas tiempo para otra cosa que no sea cuidar de los hijos y de la familia, sin un minuto para nosotras mismas. A todo esto se une que muchas procedemos de otros lugares, con diferentes costumbres, y que no nos conocemos bien. Encima, la coyuntura no ayuda mucho. Pero no nos vamos a rendir y vamos a trabajar juntas para mejorar nuestra situación.

OPINIÓN. Asociacionismo femenino en el medio rural

Rosalía Rodríguez Alemán. Socióloga. Profesora de Antropología Social de la ULPGC.

El medio rural, especialmente en tiempos de crisis, muestra una dimensión que se asocia a un concepto de desarrollo económico y social vinculado a las particularidades del territorio, y que reconoce la creciente interrelación entre lo rural, lo periurbano y lo urbano, y en el que lo rural no se asocia sólo a campesinado, agricultura, población dispersa o atraso histórico.

Rural comprende, en esta perspectiva, tanto lo agropecuario como los subsectores que enlaza y a otras actividades económicas artesanales y/o de servicios (como las comerciales y turísticas) que remiten a la conservación de la biodiversidad, entendiendo por tal los ecosistemas locales singulares sustentadores de la vida y de actividades productivas. Una mirada que enfatiza, por tanto, la importancia del capital social y humano del territorio rural.

Tal concepción de desarrollo se apoya en el ser humano, en sus debilidades y fortalezas, sus temores y esperanzas, como punto de referencia fundamental en la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades esenciales.

Concepción que no persigue únicamente la generación de crecimiento económico, sino la distribución de beneficios equitativamente, la regeneración del medio ambiente y la potenciación de las personas. De modo que, la búsqueda del denominado “Desarrollo Rural Sostenible” implica necesariamente la integración armónica entre políticas públicas y privadas, entre actividades agrícolas y no agrícolas, entre producción y medio ambiente, en fin, entre desarrollo económico, social y ambiental.

El crecimiento económico, por tanto, deja de ser un fin en sí mismo para ser concebido como un medio sostenido, necesario e integrado para la transformación de las zonas rurales. En esta nueva definición de crecimiento económico, es la revaloración del capital social uno de los más importantes avances de los últimos años, como lo es, en consecuencia, el concepto de equidad en su dimensión política.

En este contexto, el concepto de sostenible alude a la necesaria participación de los distintos sectores de la sociedad de acuerdo con el poder que detentan. En este sentido, la equidad exige el empoderamiento de los sectores poblacionales menos favorecidos y, particularmente, el de las mujeres.

Tradicionalmente relegadas a la invisibilidad, las mujeres rurales se han ocupado de las faenas del campo (como aparceras, jornaleras o ayuda familiar) y/o han desempeñado también actividades vinculadas a los animales (recoger huevos, ordeñar, alimentarlos, cuidar de las crías, sacar el estiércol, colocar secos para la cama), elaborando productos alimenticios o transportándolos para su venta. Igualmente han realizado diversas labores artesanas (hilado y tejido, trenzado de palma, elaboración de cerámica a partir del barro, etc.) y/o vinculadas al sector servicios (comercio, enseñanza, servicios sanitarios e iniciativas empresariales diversas). Y, por supuesto, compaginando tal trabajo con las tareas del hogar (alimentación de los miembros de la familia, educación de la prole, cuidado de menores y mayores, limpieza).

La equidad no ha de tratar sólo de mejorar las condiciones de vida de las mujeres rurales, ni ha de suponer acciones puntuales para la mejora personal, sino que supone la adopción de la perspectiva de género como un aspecto fundamental en las estrategias de desarrollo, reconociendo las múltiples relaciones económicas, sociales, culturales y políticas de las que son partícipes las mujeres.

Las demandas de género se asocian con el acceso y control sobre los recursos (económicos o productivos, políticos y de tiempo); los beneficios (retribuciones económicas, sociales, políticas y psicológicas que se derivan del uso de los recursos); y las oportunidades (posibilidades de realizarse física y emocionalmente, pudiéndose alcanzar las metas que se establecen en la vida).

Una de las prioridades para la articulación del “Desarrollo sostenible equitativo” es la creación, fortalecimiento y articulación de las asociaciones de mujeres -y sus redes-, de modo que posibiliten la expresión, interpretación y búsqueda de soluciones comunes a los problemas cotidianos; faciliten el acceso a la información y la formación; articulen la participación en la identificación, planificación, ejecución y evaluación de planes y programas de desarrollo; así como el traslado de las necesidades y propuestas de éstas a las instancias superiores.

Ello supone el encuentro e intercambio de experiencias, la formulación y gestión de iniciativas conjuntas, la creación y/o formación de capacidades para la negociación, el desarrollo de instrumentos que potencien el trabajo multidisciplinar y multiagencial entre otras habilidades... Todo ello contribuirá a la articulación en lo local de escenarios de trabajo conjunto con otros agentes del medio rural para la gestión y operación del Desarrollo Rural Sostenible, fortaleciendo las capacidades de las mujeres y la dotación de instrumentos y servicios específicos.

En el siglo XXI no puede concebirse la elaboración de ningún tipo de programa o plan de actuaciones para el desarrollo de una zona sin que se haya realizado con la participación real y efectiva de todos agentes económicos, sociales, ambientales e interesados/as. Es más, resulta necesario reforzar el papel y el compromiso de la sociedad civil en la toma de decisiones con incidencia en el medio rural, procurando no sólo su participación real y efectiva en la fase de análisis y diagnóstico de los problemas, sino motivando su compromiso a la hora de poner en marcha las decisiones consensuadas, con el fin de construir territorios más cohesionados y sostenibles.

La pretensión es actuar en el presente para modelar desde la zona rural su propio futuro.
JORNADA DE RECONOCIMIENTOS
Día Internacional de las Mujeres Rurales. Teror - Gran Canaria 2010

El pasado dieciséis de octubre, Día Mundial de la Alimentación y víspera de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Rurales, sesenta y cinco mujeres de diferentes municipios de Gran Canaria se reunieron en Teror. El objetivo de la convocatoria no era otro que poner de relieve la enorme contribución de las mujeres del campo en el desarrollo de la agricultura, la ganadería, la industria agroalimentaria, el Medio Ambiente y los recursos naturales, en el turismo, los servicios de salud, atención y cuidados... en definitiva, una larga lista de aportaciones que, en ocasiones, han pasado desapercibidas y que han significado -y significan-sumandos para el desarrollo del medio rural del territorio que habitan.




Por todo eso, a ese día compartido se le denominó “Jornada de Reconocimientos”. Aider Gran Canaria, Ayuntamientos de la Isla, Asociaciones de Mujeres, y Mujeres Rurales, en el marco del Proyecto IGUALAR, realizaron un homenaje a todas las mujeres. A las tradicionales y a las transgresoras. Porque todas han sido referentes para todas. Y tener referentes, genealogías, nos hace más fuertes. De hecho, gracias a la lucha de mujeres que hace no demasiados años llamábamos transgresoras y que lucharon -y siguen luchando, por la igualdad y la defensa de los derechos de todas las mujeres-, podemos reconocernos y demostrarnos hoy de todo lo que somos capaces. Juntas. La “Jornada de Reconocimientos” sacó a la luz múltiples proyectos y estupendos resultados que se han obtenido en los distintos talleres de Reconocimientos y Genealogías celebrados en los distitos municipios de Gran Canaria y que nos han servido para reforzar la idea de de valorar y visibilizar lo femenino en el mundo rural.

Pero sobre todo, esta Jornada nos ha servido para destacar, una vez más, la importancia de las redes de mujeres como fórmula para la recuperación de la memoria, la visibilidad y el empoderamiento.

Por eso, necesitamos seguir creando espacios para la reflexión que impulsen acciones comunes con el fin de aprender a deconstruir lo aprendido, a crear redes sóricas y lograr la afirmación identitaria.

En definitiva, reconocernos mutuamente y encontrarnos, para construir alternativas y superar la carencia de poder de las mujeres en el Mundo Rural, creando espacios para la solidaridad.


OPINIÓN. Una experiencia de dinamización: grupos de mujeres

Taller “Reconocimiento y Genealogías de Mujeres”, de AIDER Gran Canaria

Ana Ramos Hernández. Trabajadora Social. Feminista

Los años trabajando con mujeres me muestran la importancia del trabajo grupal con ellas. Me sorprendo a mí misma, en mis últimas experiencias, preguntándome cómo saldría la experiencia si hiciera lo mismo con hombres ¿?, pero ése es tema para otro momento.

En agosto, septiembre y octubre, he participado como dinamizadora en un taller a desarrollar en diferentes municipios de la isla. La iniciativa parte de AIDER Gran Canaria (Asociación Insular de Desarrollo Rural) y el taller se denomina “Reconocimiento y Genealogías de Mujeres”.

Cuando llego a cualquiera de los cuatro municipios en los que impartí el taller, me preparo para una experiencia de intercambio y aprendizaje mutuos porque, tras años de experiencia con mujeres, ya sé que ellas me van a dar más de lo que puedan recibir de mí.

Las mujeres y yo nos presentamos para pasar juntas nueve horas, repartidas en tres sesiones de tres horas cada una. La primera impresión es importante y, siempre, me resulta positiva. La expectación confiada, sosegada, receptiva; la avidez por conocer cosas nuevas y aprender; la motivación por formar parte de algo, de un proceso de crecimiento, aunque sean sólo tres días, apenas tres días y, al mismo tiempo, inmensas nueve horas por exprimir.

Hay distintas realidades. Las hay acostumbradas a participar en actividades grupales y otras que no lo han hecho nunca. Las unas animan a las otras, impetuosas, alegres, presintiendo la energía que se va a generar en el intercambio grupal. Se mezclan la timidez con las risas, mientras escuchan, expectantes, despiertas. Muchas participan habitualmente en las actividades que se proponen desde las Concejalías de Igualdad o de Mujer y, aunque los conceptos se repiten con frecuencia, las diferencias en la metodología de trabajo les permiten, en este caso, profundizar e interiorizar, entender e integrar, los conceptos tratados tantas veces.

Preguntan, ponen ejemplos, se ríen, interrumpen, cuentan anécdotas, piensan en voz alta y participan con ilusión en la propuesta que se les hace, contentas y agradecidas. En estas nueve horas compartidas, ¡cuántas cosas descubiertas y aprendidas, entre todas!

- Nos damos cuenta de la dificultad que tenemos muchas veces las mujeres para conectar con los propios deseos, centradas como estamos, casi siempre, en las necesidades y deseos de las personas que nos rodean. Es curioso como, o no deseamos, no soñamos, o lo hacemos en relación a ellos y ellas, las personas a las que amamos.

- Nos hacemos conscientes de la contradicción presente, de la escisión interna que nos fragmenta, ante la dificultad de conciliar razón y emoción, teoría y práctica, exigencias sociales y familiares e ilusiones propias...

- Elaboramos nuestra genealogía de género, recordando a las mujeres de nuestra vida, nuestras ancestras, maestras, amigas, hermanas, etc. y las reconocemos, les agradecemos.

- Analizamos el modelo de mujer –singular– o de mujeres –plurales– que hemos encontrado a lo largo de nuestro camino y que han influido en la mujer en que nos hemos convertido. Nos damos cuenta de la huella que nos han dejado y, al mismo tiempo, de la huella que nosotras dejamos en otras mujeres.

- Nos acercamos a la biografía de mujeres que han abierto camino a las otras, a nosotras. Mujeres feministas, escritoras, médicas, sufragistas, poetas, científicas, etc. que fueron invisibilizadas, negadas y olvidadas por esa construcción androcéntrica de la Historia.

- Realizamos nuestro especial y personal homenaje a todas esas mujeres, las conocidas y desconocidas, las presentes y las ausentes, las tradicionales y las subversivas, las modélicas y las transgresoras.

Éste ha sido un taller para el encuentro con nosotras mismas a través del reencuentro y reconocimiento a las mujeres de nuestra vida. Un taller donde las mujeres participantes han volcado sentimientos, transformando en cada sesión la energía colectiva. Agradezco a todas ellas, sobre todo, la emoción que nos hizo vibrar en cada encuentro. Gracias.